Cuando una relación empieza el deseo sexual de la pareja suele ser muy alto: los encuentros sexuales son muy fogosos, se tienen muchas ganas de conocerse, de descubrirse… todo es novedoso, excitante y muy apasionado. Pasados los primeros meses de relación, la novedad se desvanece y la intensidad de la atracción disminuye y, por tanto, el deseo se relaja y las relaciones se vuelven menos apasionadas. Además, la rutina y la monotonía van imponiéndose.
Por otro lado, un estudio reciente demuestra que las personas tenemos dos necesidades: por un lado, la de seguridad, familiaridad y confort y, por otro, la de aventura, riesgo y novedad. La segunda es la que enciende y mantiene el deseo mientras que, la primera… no tanto. Para tener una pareja estable es fundamental cubrir la necesidad de seguridad, familiaridad y confort, y esto “choca” con la necesidad de aventura, riesgo y novedad pues, en principo, parece incompatible pedirle ambas cosas a la misma persona.
¿Qué puede hacer entonces una pareja para mantener el deseo a lo largo del tiempo y tener una vida sexual satisfactoria? ¿Cómo se cuida el deseo? ¿Cómo se mantiene viva la llama? Voy a comentar algunas claves para conseguirlo:
Lo primero y fundamental es tener claro que, en contra de lo que se suele pensar, el deseo no aparece porque sí, de forma espontánea, sino que hay que cuidarlo y activarlo. Debemos trabajar nuestro deseo sexual de forma individual -es decir, cuidar nuestro propio deseo erótico para mantener nuestro apetito sexual- y dirigirlo hacia nuestra pareja para verla atractiva y deseable.
- Mantenernos atractivos físicamente: cuidar nuestra salud, nuestra forma física, higiene, ropa… La imagen que transmitimos es muy importante y nos ayuda tanto a vernos atractivos a nosotros mismos como para que nuestra pareja nos vea atractiva
- Mantenernos atractivos personalmente: dar lo mejor de nosotros mismos, resaltar nuestras virtudes y puntos fuertes, desarrollarnos personalmente, adquirir nuevas habilidades y crecer como personas es fundamental para vernos y mostrarnos atractivos, deseables, misteriosos, llenos de sorpresas y, sobre todo, estimulantes. Un estudio reciente demuestra que las personas ven más atractivas a sus parejas cuando las ven realizando algo que les apasiona, pues se ven radiantes.
Resérvate momentos para estimular tu mente y tu cuerpo a nivel erótico: relájate y disfruta del agua caliente en la ducha, usa ropa interior atractiva un día laboral, lee literatura erótica, masajéate con crema hidratante o aceite, pon velas en el dormitorio, escucha música suave, fantasea con escenas eróticas… ¡estimula tus sentidos! Provoca tu propio deseo en vez de esperar que aparezca por arte de magia. Además, con pequeños gestos como estos le recordarás a tu cuerpo y a tu mente que, a pesar de la rutina, la familiaridad y/o la falta de tiempo, sigues siendo una persona erótica y sexual.
También es muy importante tener claro que los encuentros sexuales no tienen por qué ser espontáneos y/o inesperados: al inicio de una relación de pareja la sexualidad parece muy improvisada, muy pasional y espontánea, sobre todo cuando no se comparte la misma casa. Con el tiempo y el descenso de la pasión, la convivencia y la rutina van ganando terreno a la espontaneidad y a la novedad y, por tanto, los encuentros sexuales se hacen más previsibles.
- Es más; al inicio de la relación el sexo no es tan improvisado como creemos: nos organizamos con nuestra pareja para encontrar momentos para vernos, coordinamos nuestras agendas, buscamos un lugar para vernos con intimidad… no es tan espontáneo como parece, de hecho ¡es bastante planificado!
- Debemos hacer un hueco para disfrutar de la sexualidad: El hecho de el sexo sea más previsible e, incluso, planificado, no hace que tenga menos valor ni que tenga que ser menos apasionado. Igual que planificamos los demás aspectos de nuestra vida -comer, trabajar, dormir, ir al cine, quedar con amigos, poner la lavadora, etc- .
- Es importante también “planificar la seducción”, es decir, acordarnos de seducir a nuestra pareja de manera intencional y no dar por sentado que le vamos a resultar atractivas/os porque sí y que va a sentir deseo hacia nosotras/os en el momento en el que hayamos acordado tener sexo, por el simple hecho de haberlo acordado.
Al final, lo más importante es que asumamos que el deseo dentro de la pareja puede cambiar, que conozcamos las distintas formas que tenemos para encender y mantener nuestro deseo y que, con ellas, nos responsabilicemos y nos hagamos cargo de él, sin esperar que “las ganas” aparezcan por sí solas o que sea otra persona la que nos las provoque.
Acudir a la consulta de un profesional puede ser una buena idea si no consigues mantener el deseo o hace tiempo que lo has perdido ¡no dudes en contactarnos!