Hay muchas personas que no se sienten seguras y confiadas en la cama. Ante la perspectiva de un encuentro sexual se pueden poner tan nerviosas que, incluso, pueden llegar a evitar dichos encuentros para no enfrentarse a su temor.
Esto es bastante frecuente. Muchas veces creemos que no contamos con la experiencia o el conocimiento suficiente en materia sexual para disfrutar y para hacer que nuestra pareja disfrute también. Algunos de los pensamientos más frecuentes al respecto son los siguientes:
“Se me va a notar que no tengo experiencia”
“Mi pareja va a pensar que soy malo/a en la cama”
“No va a querer volver a verme”
“Mi pareja me va a dejar porque no está satisfecha
“Se va a dar cuenta de que no me lo paso bien y se va a frustrar”
“No soy lo suficientemente abierto/a, lanzado/a, sexy en la cama”
“No soy lo suficientemente atractivo/a para que me desee y se lo pase bien conmigo”
Cuando una persona llega a un encuentro sexual pensando todas estas cosas es probable que se bloquee, se paralice, no disfrute y no sea capaz de conectar con su pareja en el plano sexual. Esto hará que suceda lo que más teme: que su pareja no disfrute con ella en la cama.
Si bien es cierto que algunas personas no tienen mucha (o ninguna) experiencia en el plano sexual, ni disponen de mucha información y conocimientos, es importante recordar que la sexualidad consiste en sentir y no en saber. En la cama no hay reglas ni verdades universales que funcionen con todo el mundo. La técnica amatoria mejor aplicada del mundo no funcionará en absoluto si no estamos sintiendo y disfrutando de lo que estamos haciendo. De hecho, hay grandes amantes que no han tenido mucha experiencia previa ni muchas parejas sexuales, pero que son capaces de conectar, sentir y disfrutar. Igualmente, hay personas que han mantenido muchas relaciones sexuales con personas muy variadas… con serias dificultades para disfrutar y hacer disfrutar a otros. En la consulta te puedo enseñar técnica muy sencillas para aprender a sentir, a conectar con la otra persona y a centrarte en el placer (y no en los miedos de tu cabeza).
También podemos adquirir algunos conocimientos y habilidades que nos ayuden a sentirnos más seguros. Son pequeñas cosas muy sencillas que pueden marcar una gran diferencia a la hora de enfrentarnos a la sexualidad con más confianza:
Lee libros sobre sexualidad: hay grandes libros que nos pueden ayudar a comprender mejor cómo funciona la sexualidad y resolver las dudas más “teóricas” que tengamos al respecto.
Conoce tu cuerpo: obsérvate desnudo/a delante de un espejo, tócalo y acarícialo. Haz lo mismo con tus genitales. Obsérvalos delante de un espejo, pasa tus manos por ellos y observa tus sensaciones.
Aprende sobre juguetería erótica: visita una web como esta para conocer los juguetes que hay ahora mismo en el mercado. Curiosea los productos, sorpréndete con las últimas novedades e, incluso, lánzate a comprar alguno.
Visita una tienda erótica física: es una gran experiencia animarse a visitar una tienda en persona, comprobar que son sitios relajados, tranquilos y naturales, tocar los productos con tus manos y charlar con las dependientas sobre ellos.
Es fundamental recordar que a la cama se va a disfrutar. La sexualidad es algo muy individual, por lo que no permite conectar con otra persona desde una experiencia única, en la que no necesitamos tener grandes conocimientos ni experiencia. Lo más importante es acercarnos al otro con curiosidad, deseo y ganas de disfrutar. Desde ese punto, todo sucederá de forma sencilla.
Hay parejas que no se acaban de entender en la cama. Muchas veces sí se llevan bien en la vida cotidiana -tienen buena comunicación, se relacionan bien, tienen los mismos gustos…- pero cuando se trata de sexo la cosa no acaba de funcionar.
En realidad, esto es bastante frecuente. Igual que a los miembros de la pareja les pueden gustar géneros de películas distintos, tener preferencias diversas acerca de qué hacer en vacaciones o gustos dispares en cuanto a comida se refiere… con el sexo pasa lo mismo.
Vamos a comentar algunas de las diferencias con las que se encuentran las parejas a la hora de mantener relaciones sexuales:
Uno tiene más ganas que el otro. Uno siente deseo sexual con más frecuencia que el otro, y eso genera conflicto entre ambos.
Tú por la mañana, yo por la noche. A veces uno prefiere mantener relaciones en un momento determinado del día (porque se siente más enérgico, porque está descansado, porque está más receptivo) y la pareja prefiere en otro. Eso depende de los biorritmos de cada uno.
Tierno o salvaje. La actitud con la que preferimos mantener relaciones sexuales puede ser también motivo de discrepancia. Si uno prefiere una actitud más tierna y dulce y el otro más pasional y salvaje, puede ser difícil coordinarse.
Unas prácticas u otras. Si uno prefiere el sexo oral y el otro la masturbación, o uno quiere hacer sexo anal y el otro no, es posible que al menos uno de los dos no se quede satisfecho.
Hay veces que las diferencias entre dos personas son tan grandes que hace que sean incompatibles en la cama. Pero antes de tirar la toalla se pueden hacer muchas cosas para intentar acercar posturas y llegar a un punto intermedio en el que los dos se sientan a gusto. Para ello, es fundamental seguir tres pasos:
Autoanálisis: haz un ejercicio de autoconocimiento y reflexiona acerca de qué es lo que te gusta en la cama, qué necesitas para sentirte satisfecho/a, cuáles son tus límites, qué cosas necesitas sí o sí, de cuáles puedes prescindir…
Comunicación: transmite a tu pareja tus conclusiones con cariño y en positivo, escogiendo tus palabras y haciéndote cargo de tus necesidades. Siempre es mejor decir “me encantaría que me hicieses sexo oral, pues lo disfruto muchísimo” a “estoy hasta las narices de que nunca me lo comas, si no lo haces me voy a sentir frustrado/a y te voy a dejar”
Negociación: una vez expuestos los deseos y necesidades de ambas partes, toca negociar. En el sexo negociar implica hacer más atractivas algunas prácticas o buscar un punto intermedio para los dos. Por ejemplo, si a mi pareja el sexo anal le molesta puedo proponer usar un lubricante anal para reducir las molestias. Si yo prefiero hacerlo por las mañanas pero mi pareja tarda en despertarse, puedo levantarme antes e ir preparando café o calentándole la ducha.
La negociación en el sexo tiene que partir siempre de la seducción. No valen cosas como “si tu me haces sexo oral, yo accedo a tener sexo por la mañana”. Lo importante es que hagamos más apetecible el tener sexo oral o hacerlo por la mañana.
Una vez acabado el proceso de negociación tendremos que reevaluar la situación. ¿Estoy a gusto con el tipo de vida sexual que he conseguido? ¿Me siento satisfecho/a así? Si la respuesta es afirmativa, ¡fantástico! Podré continuar disfrutando de la relación. Si no es así, habrá que plantearse la posibilidad de la ruptura, abrir la relación a terceras personas en el plano sexual si estoy en una relación monógama o tratar de aceptar (que no resignarme) que no voy a tener el tipo de vida sexual que me gustaría.
Hacer un trío en la cama es una de las fantasías más frecuentes, tanto en hombres como en mujeres. A menudo vienen a mi consulta y a mis talleres personas que me preguntan cómo hacer un trío… ¡pues no saben ni por dónde empezar! Vamos a ver algunas claves fundamentales para disfrutar de una experiencia placentera.
Escoger a las personas adecuadas para hacer un trío
Para hacer un trío son necesarias 3 personas dispuestas a ello. Encontrarlas puede ser la parte más difícil:
Todas las personas que vayan a estar involucradas en el trío deben desearlo. Puede parecer una obviedad, pero no todo el mundo desea realizar esta práctica sexual. Es importante que las tres partes consientan y deseen hacer un trío. Ninguna persona debe hacerlo coaccionada, temerosa, con reticencias o con miedo.
Si vas a hacer el trío con tu pareja deberéis encontrar a una tercera persona que sea del agrado de ambos. A lo mejor sólo uno de los dos va a interaccionar directamente sexualmente con la otra persona, pero ambos deben estar conformes y sentirse a gusto con la otra persona.
Puedes escoger a tus entre tus amistades, parejas de amigos,
gente conocida… o bien buscar nuevos contactos en Fuegodevida con los mismos intereses que tú.
Se cuidadoso/a a la hora de proponerlo, nunca presiones y se muy educado/a. Tantea antes el terreno con alguna pregunta indirecta para conocer los intereses de la otra persona. Recuerda que no todo el mundo tiene tus mismas fantasías, y que tus fantasías no son mejores que las de los demás.
Cómo hacer un trío
Una vez que tengas a las personas adecuadas para ti, hay que tener en cuenta una serie de claves sobre cómo hacer un trío para que la experiencia sea lo más placentera y satisfactoria posible para todos.
Es fundamental establecer algunas reglas del juego:
Aclarar que todo el mundo consiente y desea participar
Establecer quién va a interactuar con quien. Es posible que alguna de las personas del trío quiera mantener relaciones sexuales con sólo una de la personas del juego, y mantenerse un poco distante de la otra
Acordar límites. Todos tenemos unos límites y estos deben quedar claros de manera explícita antes de empezar. ¿No quieres que tu pareja le haga sexo oral a otra persona? ¿No te apetece tener sexo anal? ¿Prefieres que tu pareja no interaccione nada más que contigo?
Realiza peticiones. Igualmente, podéis expresar lo que os gustaría que sucediese durante el encuentro sexual. Si deseas realizar alguna práctica o juego en concreto ¡es el momento de pedirlo!
Protegerse frente a infecciones de transmisión sexual. El uso del preservativo femenino y masculino es fundamental para evitar el riesgo de contraer una ITS. Cuando se hace un trío hay que recordar cambiar el preservativo también cuando se cambie de pareja. Por ejemplo, si el trío es un hombre con dos mujeres, él debe cambiar de preservativo cuando vaya a penetrar a la otra mujer.
Suele estar bien tener alguna clave o señal para indicar que nos sentimos incómodos y/o que queremos abandonar el encuentro sexual. Un par de apretones en la mano o en el hombro pueden ser una forma reconocible de indicar que no estamos cómodos.
Dicho esto ¡no queda más que disfrutar! Cuando sabemos cómo hacer un trío y tenemos en cuenta todas estas pautas estamos listos para vivir una experiencia que puede ser muy placentera para todos.
Hace unos meses vino a mi consulta una chica muy joven, de ventipocos años, que no sabía masturbarse. Sí había sentido orgasmos usando un vibrador o una almohada, pero no sabía usar sus manos para darse placer. Esto le provocaba mucha frustración e inseguridad. En estos meses ha hecho un trabajo increíble y, semana a semana, ¡su progreso ha sido espectacular! Las primeras veces que hablamos sentía que iba a ser imposible, que no iba a ser capaz de lograrlo.
Le he pedido que os cuente cómo ha sido su progreso conmigo estos meses, pues creo que es un gran ejemplo de lo que se puede conseguir con constancia y muchas ganas. Aunque ella os lo cuenta con mucha humildad, no sólo ha aprendido a masturbarse, sino que ha superado sus propias expectativas y ha conseguido tener hasta 8 orgasmos en una sola sesión de masturbación. ¡Enhorabuena!
He aprendido a masturbarme
Cuando me atreví a pedir una cita para Ana me sentía diferente. No sabía masturbarme usando mis dedos. Sí sabía lo que era un orgasmo, pero no cómo llegar a él de la manera aparentemente más simple. Y me hacía sentir mal, incompleta, torpe. No sabía por dónde empezar y cuando me animaba a empezar mi problema era que no sabía seguir, me frustraba. No tenía paciencia. Por eso cuando fui a la consulta de Ana tenía muchas esperanzas de que ella me ayudase pero a la vez seguía confiada en que si no podía hacerlo era porque era rara, porque algo en mí no funcionaba bien. MENTIRA.
Y esta es mi historia sobre cómo he aprendido a masturbarme. No me considero ninguna experta y pienso que aún tengo mucho camino que recorrer. Empecé observando mis genitales, mi vulva, con un espejo, toqueteando todo lo que veía. Los siguientes deberes fueron empezar a tocarme de forma más personal y menos objetiva. Aquí empezaba mi caminito de trabajo personal.
Para masturbarme era muy importante la excitación y sin ella lo único que podía hacer era frustrarme más. Por supuesto la excitación no estaba presente todos los días y me afectaba, me agobiaba y me ponía triste porque sentía que masturbarme era algo que tenía que hacer para mi aprendizaje y me faltaba una herramienta importante.
Casualmente, mi primer orgasmo fruto de la masturbación no fue porque estuviese muy excitada pero sí estaba muy tranquila, a solas, dándome mi tiempo y mi momento. Ese orgasmo me hizo llorar de felicidad, pero también me hizo reír, me temblaban las manos y las piernas de la euforia porque había conseguido aquello que para mí parecía imposible. No quería rendirme. Tuve que aprender a controlar la respiración y sobre todo a no desanimarme cuando cambiando el ritmo o el movimiento de los dedos sobre el clítoris las sensaciones disminuían. Entonces, tocaba respirar profundo y volverlo a intentar. Tuve que saber dejarme llevar, algo que personalmente odiaba que me dijeran porque para mí no era fácil, no es algo que puedas ordenar a tu mente y ella lo ejecute, se trata de descontrol y hay que sentirlo.
Es importante confiar en una misma, estar tranquila, relajada, concentrada en lo que haces, no tener prisa y no esperar que aquello que buscas ocurra a la primera y sin práctica. Tienes que confiar en que puedes y sabes hacerlo aunque cambies de técnica o de lugar y estés en un coche. Con suficiente excitación resulta muy fácil, no tienes que pensar en qué haces o no y todo funciona te muevas como te muevas. No tienes que pensar porque tu deseo te guía. Y cuando consigues ese orgasmo con tanta facilidad porque estabas súper cachonda, te llenas de una seguridad capaz de callar a todas tus inseguridades y me encanta esa sensación.
Por supuesto, tuve dudas de si volvería a tener otro orgasmo cuando me volviese a masturbar otro día cualquiera. Tampoco me salió a la primera, pero al final pasó una segunda, una tercera, una cuarta…
Espero que su experiencia os anime a muchas a intentarlo. Como veis ¡es algo que se puede conseguir! Además, aunque a veces el proceso pueda resultar frustrante en algunos momentos, como muy bien os cuenta ella, el resto del tiempo es algo divertido y los resultados merecen mucho, mucho la pena.
Muchas personas, tanto hombres como mujeres, se masturban usando la almohada. Es una técnica de masturbación muy frecuente y extendida ¡pero no se habla mucho de ella! Sí podemos encontrar muchos artículos en internet que hablan de masturbarse usando las manos, vibradores o viendo porno, pero hacerlo con la almohada no está visibilizado. Tampoco la gente suele contarlo o decir abiertamente “yo me masturbo con la almohada” cuando hablan de sexo.
Desde pequeños
La masturbación es con frecuencia algo que se descubre por casualidad. Las almohadas están presentes muchas veces en este descubrimiento. Un día un cojín, un montón de ropa o la almohada de tu cama está entre tus piernas y roza o presiona los genitales produciendo una sensación muy placentera. Como esta sensación te gusta, la repites. Vas aprendiendo a estimularte la zona genital de esa manera, como un juego. Ya de adultas muchas personas siguen utilizando esta técnica.
Por qué me masturbo con la almohada… y no de otra manera
Masturbarse con la almohada tiene una serie de características que hace que muchas personas escojan esta técnica frente a otras:
La estimulación es suave. Los genitales están llenos de terminaciones nerviosas y, por tanto, son muy sensibles. Estimularlos directamente resulta muy agresivo y demasiado intenso en ocasiones. Masturbarse de esta manera permite una estimulación más suave y placentera. Incluso, muchas veces se hace con la ropa interior puesta.
Roce y presión con zonas amplias. Masturbarnos usando una almohada nos permite estimular zonas más amplias que con las manos o un vibrador. De este modo, no saturamos las terminaciones nerviosas de un único punto del cuerpo, como el clítoris. Esto nos permite aumentar las sensaciones, expandirlas más por todo el cuerpo y tener sensaciones más globales.
Control de la estimulación moviendo la cadera. Para masturbarnos usando una almohada debemos mover todo el cuerpo, principalmente la pelvis y la cadera. ¡Estos movimientos pueden resultar muy sensuales! Al estar todo el cuerpo implicado, no sólo las manos, las sensaciones que nos provocan son más amplias. Además, los movimientos de cadera mueven la energía sexual y la extienden por todo el cuerpo.
Cómo tener sexo con alguien que se masturba con la almohada
Ya sabéis que cuando nos acostumbramos a masturbarnos de una manera puede resultar difícil disfrutar y tener orgasmos cuando nos estimulan de una manera diferente a como lo hacemos nosotros.
Si no queremos meter la almohada en el encuentro sexual debemos recordar que nuestra pareja se ha acostumbrado a un roce amplio e indirecto en los genitales. Por ejemplo, en vez de estimular el clítoris directamente con un dedo podemos usar presión y roce usando la palma de la mano, o colocar uno o dos dedos sobre el clítoris mientras ella cierra las piernas para aumentar la estimulación.
Hay tantas formas de masturbarse como personas ¡Encuentra la tuya!
A menudo veo en la consulta a personas que dedican la mayor parte de su tiempo -o todo- a actividades de índole “práctica”: trabajar, estudiar, tareas del hogar, gestiones diversas… Su día a día es maratoniano y apenas tienen tiempo para el ocio y el disfrute. Lamentablemente, la sociedad híper exigente en la que vivimos hoy en día nos arrastra con fuerza a esto. Tiempo para el hedonismo… poco o nada. Y esto afecta, por supuesto, a la vida sexual.
Qué es el hedonismo
El hedonismo hace referencia al placer por el placer. Al disfrute en sí mismo, sin más objetivos. Un placer libre, inmediato, muy visceral. El hedonismo es toda una filosofía de vida en la que la satisfacción y el bienestar son el fin último de la vida. Suena muy atractivo, ¿verdad?
La cultura en la que estamos inmersos deja poco espacio para el hedonismo. La rutina del día a día se ha convertido en una vorágine que nos absorbe y nos llena de tareas y obligaciones, todas ellas súper importantes y súper urgentes. Además, en muchos casos esto está también bañado de la tiranía del perfeccionismo: tenemos que ser los mejores en todo y hacerlo todo a la perfección. El trabajo, los estudios, los hijos, las tareas de la casa… son obligaciones que se comen todo nuestro tiempo, energía y atención.
Los espacios de ocio tampoco se quedan exentos de esta tiranía: la sociedad en la que vivimos cada vez nos exige más en este sentido: nuestro ocio tiene que cumplir una serie de requisitos muy exigentes: hay que ir a museos, exposiciones, muestras de arte, cine, teatro, leer… para ser los más cultos e interesantes. Hay que hacer deportes de agua, de aventura, ir al gimnasio, bailar… para estar en forma y ser atractivos y obligatoriamente disfrutar de estas actividades. Hay que ir a los mejores restaurantes, probar lo último en comida, ir a los nuevos locales… para estar al día y ser los más entendidos. Todo esto se aleja de la filosofía de placer por el placer.
Cómo aplicar el hedonismo en nuestra vida diaria
Creo que hay muchos más objetivos en la vida que el de perseguir únicamente el placer, eso está claro. Pero sí que creo que el placer puro debería estar más presente en nuestra vida. Vamos a comentar algunas pautas para empezar a aplicarlo:
Piensa qué cosas te gusta hacer: por el simple hecho de hacerlas y disfrutarlas. Haz una lista de qué cosas disfrutas haciendo, qué cosas te relajan, qué cosas te divierten, qué cosas te hacen sentir bien… de este modo harás consciente qué es lo que te hace disfrutar realmente. Por ejemplo, darse una ducha o un baño, visitar una tienda erótica, tomar el sol, leer una novela, comer helado, dormir la siesta…
Agenda tiempo para el placer: es importante que dejes espacios de tiempo en tu día a día para el placer. Resérvate momentos para hacer lo que te apetezca poniéndolos en tu agenda, igual que el resto de cosas.
Elimina actividades de tu vida diaria: seguro que en tu vida diaria hay actividades de las que puedes prescindir. Obligaciones, compromisos y tareas que, si dejas de hacerlos, no pasa nada. Hacer esto te dejará tiempo, energía y atención para el placer.
Aumenta el disfrute de tus obligaciones: establece estrategias para disfrutar de aquellas cosas que no te queda más remedio hacer, aunque no te gusten. Trabaja con música de fondo, haz deporte en compañía, ve la compra en pareja, decora a tu gusto tu lugar de trabajo, date un capricho al terminar esa actividad tan ingrata…
Cómo el hedonismo mejora nuestra vida sexual
El hedonismo ya es sexualidad en sí mismo, pues tiene que ver con el disfrute, con el placer, con el bienestar, con el estar a gusto… Así que desde ahí ya tenemos mucho ganado. Además, si disfrutamos de nuestra vida diaria y de momentos de placer de forma habitual nuestro cuerpo y nuestra mente estarán más predispuestos al sexo propiamente dicho:
Tendremos tiempo
Estaremos descansados
Nuestro estado de ánimo será positivo
Nos encontraremos más receptivos
Buscaremos más activamente el encuentro sexual
Disfrutaremos más del sexo
El verano y las vacaciones ofrecen muchas opciones para practicar el hedonismo ¡aprovéchalas!