Hace unos días asistí a DARK SABBAT, una fiesta BDSM en la madrileña discoteca PRIVÉ -Calle Capitán Haya, 19- Para los no iniciados, BDSM son las siglas de Bondage-Dominación-Sumisión-Masoquismo. El BDSM es principalmente conocido por ser una forma de entender y expresar la sexualidad… pero es mucho más que eso. El BDSM también es una forma de vida, una forma de relacionarse con los demás y una forma de reconocerte a ti mismo y de mostrarte al mundo.
La relación dominante-sumiso va mucho más allá de las sábanas y se traslada a la vida diaria y las interacciones cotidianas. La forma de relacionarse en las parejas “bdsmeras” está regida -en mayor o menor medida- por los roles y conductas del BDSM. Por supuesto, cada pareja tiene sus propias reglas y es más o menos escricta con ellas; igual que cualquier pareja, establecen de forma más o menos explícita la forma y el guión de su relación.
Un buen amigo mío me habló de esta fiesta ¡y no me la podía perder! Me puso en contacto con Nacho Quevedo, el organizador del evento, y me planté allí, vestida de negro, con mi fotógrafo Roberto Iván Cano, dispuestos a descubrir un poco más sobre el BDSM.
El público que asistió a la fiesta era el habitual de los sábados en esta sala -gente joven con ganas de divertirse y con poca o ninguna idea de lo que es el BDSM. Ni siquiera eran conscientes de que estaban en una fiesta con esa temática, pues el local no había hecho una gran difusión del evento ni exigía una indumentaria acorde a la ocasión. La sala tampoco estaba ambientada, así que nadie sabía lo que allí iba a suceder a mitad de la noche.
El espectáculo empezó a las 3 de la mañana; las luces y la música cambiaron para recibir a dos chicas que, vestidas de negro, nos dieron algunas pinceladas de lo que es el BDSM.
El show se dividió en 3 performance en las que pudimos ver cómo se relacionaba esta pareja de chicas. Quedó muy claro desde el principio, tanto por su indumentaria como por su actitud, quién ejercía el rol dominante y quién el de sumisa. La primera perfomance fue muy breve y el contenido sexual del mismo fue muy suave, pero con las características del BDSM muy marcadas. La dominante llevaba las riendas de la situación, dirigiendo a su pareja por la sala, atándola, besándola y tocándola a su antojo, mientras que la sumisa se dejaba llevar de forma pasiva, consintiendo todos los movimientos que le marcaban.
Lo que siguió a esta performance fue mucho más espectacular: resguardadas al amparo de una cristalera, las chicas llevaron un paso más allá el espectáculo y nos dejaron ser testigos de un encuentro sexual entre ambas. Totalmente pasivos, observamos como destaparon su intimidad para nosotros y nos mostraron un ejemplo de sexualidad lésbica BDSM.
Dominación, sumisión, ataduras, algo de dolor, máscaras, fustas, juguetes sexuales… Hicieron un despliegue de todos los elementos clásicos del BDSM. Las fotos de Roberto no dejan lugar a dudas de lo que sucedió esa noche.