He estado trabajando en la consulta con una chica que había pasado toda su vida en pareja, encadenando una relación tras otra. Tras dejarlo con el último novio se sentía perdida, vacía y desconcertada. No quería tener una nueva pareja, sino que quería aprender a estar sola y disfrutarlo. Le he pedido que os cuente su experiencia conmigo en la consulta y cómo ha sido su proceso de crecimiento personal ¡espero que os guste tanto como a mi!
He aprendido a estar sola
Empecé mi terapia tras haber dejado una relación tóxica de tres años de duración y encontrarme completamente vacía. Había tenido tantas relaciones sentimentales, enlazándolas unas con otras que había perdido por completo mi identidad. No tenía ni idea de cómo estar sola y como entretenerme. Cómo quererme sin que alguien me diga todos los días que me quiere o que guapa estaba.
Al principio fue difícil y tuve que simplemente confiar en Ana y hacer lo que ella me mandaba, como si fueran deberes porque no tenía ganas de realizar ninguna de las tareas que ella me asignaba. Poco a poco, lo que antes era una obligación se fue convirtiendo en rutina y con gusto, empecé a disfrutar de esas actividades con la que rellenar los huecos que antes estaban completos por estar en pareja.
También aprendí cómo una relación sana debe ser y lo básico que he de exigir a una persona.
Tras 6 meses con Ana, conocí a otra pareja por lo que mi proceso de estar sola y disfrutar de mi misma no se completó totalmente. Tras esos 6 meses con Ana por fin me embarqué en una relación de pareja sana basada en el respeto mutuo y el amor. Pero tras mi terapia, a la vez, me había vuelto más exigente también por lo que aunque este chico me trataba muy bien, yo necesitaba más y no me sentía completamente llena, así que por primera vez en mi vida, prioricé mis necesidades y acabé con esa relación. Ana estuvo conmigo ayudándome a entender mis sentimientos y pensamientos. Para mi es complicado muchas veces interpretar lo que siento y lo que quiero.
La primera semana me sentí de nuevo vacía y agobiada de estar sola a los 30. De nuevo sentía que nada me llenaba como acurrucarme con alguien y dejar que me acaricien la cabeza. Tras una semana y media después de dejarlo me dije: ¡se acabó!. Y recordé que Ana me dijo que a veces, cuando no tienes una rutina establecida, tienes que ponerte normas y obligarte a hacer ciertas cosas hasta que forman parte de tu vida. Me senté y empecé a pensar primero en las cosas que me gustaba hacer cuando estuve soltera la última vez, ¡cuando tenía nada más y nada menos que 14 años! Hice una lista de esas actividades que hacía y me gustaban cuando aún era una inocente e independiente niña: dibujar, tocar el piano y la guitarra, ir al gimnasio.
Luego, hice una segunda cosa: una lista de las cosas que siempre quise hacer pero nunca tuve tiempo porque ese tiempo estaba dedicado a mi pareja. Cosas como: aprender historia universal, hacer danza del vientre, y una lista interminable de libros y películas que tenía pendientes.
Todos los días, después de trabajar, he llegado a casa, me he sentado y me he dicho a mi misma en voz alta: Sara, de todas estas cosas, ¿qué quieres hacer hoy?. Puede sonar estúpido, lo sé, pero a veces tengo que ser muy estricta conmigo misma para hacer las cosas y no caeren el: la vida es una mierda, nadie me quiere, me voy a la cama a que el tiempo pase lo más rápido posible mientras duermo. Y como iba diciendo, cada día, elegía las actividades que me apetecía hacer. Increíblemente, tras un par de semanas haciendo esta rutina, me arrolló un sentimiento enorme de satisfacción e independencia. De repente, no me sentía sola, mi vida empezó a tener sentido y cada día cobraba su significado. He aprendido a estar sola.
Ahora me siento completamente renovada, como antes nunca me había sentido. Sé que no necesito a nadie, y sé que tengo mucho que ofrecer tanto al mundo como a mí misma. Me encanta cuidarme y darme las cosas que la vida tiene para ofrecer. Y todo tengo que agradecérselo a Ana por sus ejercicios y obligaciones, que aunque al principio parece demasiado simple para ser la solución, al final las soluciones son simples pero necesitamos que alguien nos guíe. Ahora me siento preparada para comerme el mundo y ser yo.