Hace unos meses vino a mi consulta una chica que no podía tener relaciones sexuales con penetración vaginal, pues sentía muchas molestias y dolor. Hemos estado trabajando en ello y, finalmente, ya puede tenerlas ¡y disfrutarlas! Le he pedido que comparta con vosotros cómo ha sido su proceso y su experiencia solucionando esta dificultad que tenía en la cama, el uso de los dilatadores, la relación con su pareja… Estoy muy orgullosa de todo el trabajo que ha hecho, del esfuerzo y de los resultados obtenidos. ¡Enhorabuena! Espero que su testimonio os guste tanto como a mi.
La penetración ya no me duele
Ir al psicólogo se lleva en silencio. Ir al sexólogo, más. Porque todo lo que tiene que ver con EL SEXO (así, en mayúsculas) se esconde.
Si hay algo que no funciona bien, te lo callas, te lo tragas. Y entonces, lo más tonto empieza a distanciarte de tu pareja. Piensas cosas que no son. Tienes celos, tienes envidia. Crees que eres un bicho raro porque todo el mundo está hablando de todo el sexo que practica y tú no. Te callas. Te cierras. Y tu vagina más. Cada vez más. Hasta el punto de que no eres capaz de ponerte un tampón. Ya no disfrutas en la cama. Todo te duele. No disfrutas estando con tu pareja. Cuando te abraza para convertiros en uno, haces fuerza para separar su cuerpo del tuyo.
Si llegas hasta ese punto, reza por tener una pareja que te quiera de verdad. Pero de verdad de la buena. Si tienes esa suerte, como fue mi caso, descubrirás muchas cosas sobre tu relación y volverás a sentirte querida, deseada, sexy… ¡Única a su lado!
Tras varios intentos fallidos de tratar de arreglarlo, tomas la decisión de acudir a un especialista. Lo consultas con tu pareja. Te apoya. Te ayuda cuando tienes que hacer ejercicios de dilatación. Es paciente cuando sabe que no puede haber penetración. Es más, dice que no le importa, que lo que él quiere es que tú disfrutes y que estés bien.
Ahí es cuando empiezas a relajarte, a sentirte más cómoda. Semana a semana vas progresando con los dilatadores. Te vas tranquilizando y le vas contando a personas de confianza la terapia que estás siguiendo… y, ¡oh, sorpresa! No todo son unicornios y arco iris. Empiezan a aparecer más y más personas con dificultades sexuales de todo tipo. Te dicen que eres muy valiente por lo que estás haciendo, te animan a continuar, se sorprenden por la sinceridad y naturalidad con la que tratas este tema.
Entonces, coges todavía más fuerzas para seguir adelante. Te vas dando cuenta de lo que te pasa a ti, le pasa a mucha más gente. Que no eres la única que coge cistitis al mínimo descuido, que no eres la única que no está cachonda 24/7, que lo de hacerlo una vez a la semana a veces no se consigue… En definitiva, que EL SEXO es otra cosa.
Descubres lo que es EL SEXO cuando hablas de ello sin tapujos, con tus amigos, con un especialista… hasta con tus padres (ellos me han enseñado lo que es el amor y lo que significa vivir en pareja, aunque no estemos de acuerdo en todo, ¿eh?).
De repente, consigues que el dilatador más complicado entre fácilmente. Vuelves a reír con tu pareja cuando tenéis relaciones sexuales. Ya no te duele. Ya no te acuerdas de nada. Solo puedes concentrarte en ese momento en el que te vas a sentir flotando, con la cabeza en la nada. Te das cuenta de que EL SEXO no es algo normalizado, que cada pareja lo vive a su manera y que tú eres feliz así (haciendo lo que quieras, cuando quieras, donde quieras y las veces que quieras).