Hay parejas que no se acaban de entender en la cama. Muchas veces sí se llevan bien en la vida cotidiana -tienen buena comunicación, se relacionan bien, tienen los mismos gustos…- pero cuando se trata de sexo la cosa no acaba de funcionar.
En realidad, esto es bastante frecuente. Igual que a los miembros de la pareja les pueden gustar géneros de películas distintos, tener preferencias diversas acerca de qué hacer en vacaciones o gustos dispares en cuanto a comida se refiere… con el sexo pasa lo mismo.

Vamos a comentar algunas de las diferencias con las que se encuentran las parejas a la hora de mantener relaciones sexuales:
- Uno tiene más ganas que el otro. Uno siente deseo sexual con más frecuencia que el otro, y eso genera conflicto entre ambos.
- Tú por la mañana, yo por la noche. A veces uno prefiere mantener relaciones en un momento determinado del día (porque se siente más enérgico, porque está descansado, porque está más receptivo) y la pareja prefiere en otro. Eso depende de los biorritmos de cada uno.
- Tierno o salvaje. La actitud con la que preferimos mantener relaciones sexuales puede ser también motivo de discrepancia. Si uno prefiere una actitud más tierna y dulce y el otro más pasional y salvaje, puede ser difícil coordinarse.
- Unas prácticas u otras. Si uno prefiere el sexo oral y el otro la masturbación, o uno quiere hacer sexo anal y el otro no, es posible que al menos uno de los dos no se quede satisfecho.
Hay veces que las diferencias entre dos personas son tan grandes que hace que sean incompatibles en la cama. Pero antes de tirar la toalla se pueden hacer muchas cosas para intentar acercar posturas y llegar a un punto intermedio en el que los dos se sientan a gusto. Para ello, es fundamental seguir tres pasos:
- Autoanálisis: haz un ejercicio de autoconocimiento y reflexiona acerca de qué es lo que te gusta en la cama, qué necesitas para sentirte satisfecho/a, cuáles son tus límites, qué cosas necesitas sí o sí, de cuáles puedes prescindir…
- Comunicación: transmite a tu pareja tus conclusiones con cariño y en positivo, escogiendo tus palabras y haciéndote cargo de tus necesidades. Siempre es mejor decir “me encantaría que me hicieses sexo oral, pues lo disfruto muchísimo” a “estoy hasta las narices de que nunca me lo comas, si no lo haces me voy a sentir frustrado/a y te voy a dejar”
- Negociación: una vez expuestos los deseos y necesidades de ambas partes, toca negociar. En el sexo negociar implica hacer más atractivas algunas prácticas o buscar un punto intermedio para los dos. Por ejemplo, si a mi pareja el sexo anal le molesta puedo proponer usar un lubricante anal para reducir las molestias. Si yo prefiero hacerlo por las mañanas pero mi pareja tarda en despertarse, puedo levantarme antes e ir preparando café o calentándole la ducha.

La negociación en el sexo tiene que partir siempre de la seducción. No valen cosas como “si tu me haces sexo oral, yo accedo a tener sexo por la mañana”. Lo importante es que hagamos más apetecible el tener sexo oral o hacerlo por la mañana.
Una vez acabado el proceso de negociación tendremos que reevaluar la situación. ¿Estoy a gusto con el tipo de vida sexual que he conseguido? ¿Me siento satisfecho/a así? Si la respuesta es afirmativa, ¡fantástico! Podré continuar disfrutando de la relación. Si no es así, habrá que plantearse la posibilidad de la ruptura, abrir la relación a terceras personas en el plano sexual si estoy en una relación monógama o tratar de aceptar (que no resignarme) que no voy a tener el tipo de vida sexual que me gustaría.