por Ana Lombardía | Abr 25, 2016 | Blog, Dudas de nuestros lectores, Pareja
Mi marido me ha dejado. Hace un año y medio que mi pareja, con la que llevaba diez de relación, uno conviviendo y con planes de casarnos e incluso tener hijos, me dejó de un día para otro sin ninguna explicación, y tuve que dejar el piso en el que vivíamos porque era suyo. Actualmente, aunque estoy bien relativamente, me siento un poco perdida al haber vuelto a casa de mis padres y ser un poco “niña” otra vez. Por otra parte, tengo trabajo, pero por ahora no puedo independizarme, y aunque he buscado otros, el mío es muy específico y con la crisis es más difícil encontrar algo mejor. Creo que me falta un empuje para dirigir mi camino laboral y personal, independizarme y sentir que llevo las riendas de mi vida. Por otro lado, aunque sé que este tiempo de estar sola es muy necesario para mí, para darme mi lugar, para saber exactamente hacia dónde dirigirme más segura, inconscientemente busco una pareja, como si eso me fuera a facilitar las cosas. Y por otro lado, tengo miedo también, porque las pocas parejas serias que he tenido no han sido buenas. Temo no encontrar un hombre que sea bueno, no poder ser madre, no poder independizarme, no sentirme realizada ni en lo personal ni en lo laboral… Puede que me dé miedo estar sola, pero a su vez quizás sea eso lo que más necesite.
Hace poco tiempo que, sin tú quererlo, tu vida dio un cambio radical. Tu pareja rompe la relación, tus planes de casarte y tener hijos se ven truncados, tu situación económica empeora, te ves obligada a volver a casa de tus padres… Tus proyectos y planes de futuro, tu forma de vida y tu identidad personal han sufrido un traspiés enorme ¡pero no irreparable!
Cuando estamos en pareja construimos una gran parte de nuestra vida y nuestra identidad en torno a esa persona: casa, estilo de vida, planes de futuro, rutina diaria, amistades, tiempo de ocio… Ahora te toca descubrir quién eres tú sin él, sin pareja.
Empieza por las cosas que te resulten más sencillas de abordar, por ejemplo, el tiempo de ocio, las aficiones, los amigos… recupera amistades y actividades que te hagan sentir bien, te aporten cosas positivas y te recuerden quién eres. Esto te hará sentir fuerte y, además te dará el apoyo de tu entorno cercano, de las personas que te quieren. Ellos también te darán perspectiva e ideas sobre cómo afrontar tu nueva vida.
Intentar elaborar un proyecto más a largo plazo y establecer objetivos realistas y alcanzables te aportará el sentido que a lo mejor has perdido: ¿Qué quieres hacer ahora con tu vida? ¿Quieres irte de casa de tus padres? ¿Sigues queriendo ser madre? ¿Cómo quieres que sea tu estilo de vida? Ten en cuenta que, para que tus objetivos sean realistas y alcanzables, a lo mejor tienes que planteártelos de una forma distinta a como lo habías hecho hasta ahora; por ejemplo, compartir piso en vez de vivir sola, ser madre soltera en vez de vivir la maternidad con una pareja, cambiar de profesión o emprender por tu cuenta…
Una vez que te respondas a esas preguntas, elabora un plan de acción: piensa qué necesitas para alcanzarlos y qué cosas debes llevar a cabo. Ayuda mucho dividir en pequeñas submetas las metas grandes, para hacerlas más abordables. También es importante fijarse unos plazos para conseguir esos objetivos y, si no los hemos conseguido en ese tiempo, modificarlos o cambiarlos por otros. Decidir qué es lo que quieres, establecerte objetivos e ir a por ellos te hará sentir que vuelves a tener las riendas de tu vida y que no vas a la deriva.
Sí, creo que debemos aprovechar todas las etapas de nuestra vida y sacarles partido. Ahora estás en un momento que te permite, como muy bien has dicho, darte el lugar que te corresponde en la vida. Estar sin pareja nos permite descubrirnos y construirnos a nosotros desde otra perspectiva, con libertad y contando principalmente con nuestro propio criterio. Además, y aunque suene a tópico, es fundamental aprender a estar sola para, si llega el momento, poder compartir en pareja.
Una vez que tengas tus objetivos y tu plan de vida bien planteado y veas que vas logrando lo que quieres, te sentirás más segura de ti misma y será mucho más difícil que te conformes con un hombre que no sea bueno para ti. No regalarás tan fácilmente lo que tanto te ha costado construir y, además, descubrirás que tú misma puedes llenar tus propios vacíos sin la necesidad de estar en pareja. Estar en pareja puede ser muy bonito y muy enriquecedor, pero estar soltera (que no sola) también lo es. Reconstrúyete y descúbrete de nuevo, toma las riendas de tu vida y haz que sea bonita y enriquecedora por sí misma; y si llega un hombre a tu vida, te quedarás con él sólo si es bueno para ti.
Si cuando inicies el proceso no sabes cómo abordarlo, te sientes insegura y no eres capaz tomar decisiones, plantéate la posibilidad de acudir a un/a psicólogo/a que te guíe y te apoye. ¡Te será muy útil!
Ana Lombardía.
Artículo de la revista Psicología Práctica. Puedes encontrar más artículos como este en el consultorio sentimental que llevo en esta revista 😉
por Sexo en la piel | Feb 24, 2015 | Blog, Dudas de nuestros lectores, Sexualidad en pareja
Es normal que, tras una relación de larga duración, te cueste mantener relaciones sexuales con otras personas.
El sexo tiene que ver con la comunicación, la intimidad, la confianza, los vínculos… eso es algo que se construye con el tiempo, esfuerzo y dedicación. Es muy frecuente que, tras pasar mucho tiempo con una misma persona, te cueste abrirte de nuevo a una persona diferente:
- Después de un tiempo con una misma persona, nos hemos acostumbrado a ella, a su forma de ser, de tocar, de sentir, de tratarnos… por lo que una persona nueva, diferente, puede resultarnos de entrada incómoda e, incluso, asustarnos un poco
- Mostrarnos y abrirnos, tanto física como emocionalmente a alguien nuevo puede parecernos difícil tras una relación larga: enseñar nuestro cuerpo, dejar que nos toquen, mostrar nuestras emociones, nuestras inseguridades…
- Las prácticas y técnicas sexuales que llevamos aplicando durante mucho tiempo con una pareja suelen cambiarse y modificarse cuando entra en juego una nueva persona, adaptándose a ella. Esto también requiere tiempo, confianza, práctica y complicidad
- Tu nueva pareja también necesita conocerte, cogerte confianza y saber de ti para sentirse a gusto y hacerte sentir a gusto a tí también, para daros placer y cariño
No sé cómo es tu caso concreto ni cuáles son tus circunstancias, pero sí puedo decirte que es normal lo que te ocurre y que no eres la primera ni la única a la que le sucede esto.
Si me concretas un poco más, seguro que puedo ayudarte de forma más personalizada. :). Recuerda también que también atiendo en persona en mi consulta.
Un abrazo!!
Ana Lombardía
por Sexo en la piel | Mar 30, 2014 | Blog, Pareja
Es bastante frecuente escuchar a personas que, hablando de sus parejas, hacen comentarios del tipo “no sé por qué estoy con el/ella”, “aunque no me aporta nada no consigo desengancharme”, “sé que me trata mal pero no soy capaz de dejarle”, “casi siempre estamos mal, pero el día que estamos bien es maravilloso”, etc. Vamos a explicar el motivo por el que nos “enganchamos” a este tipo de relaciones y aguantamos en una situación que nos perjudica más de lo que nos beneficia pues, en contra de la sabiduría popular, las personas que caen en este tipo de relación ni son tontas ni les gusta sufrir.
Existen varios mecanismos por los cuales no somos capaces de salir de este tipo de situación; vamos a explicarlos uno a uno:
Cuando alguien nos trata bien y nos aporta cosas buenas obtenemos un refuerzo, es decir, un incentivo para seguir en esa relación. Cuando alguien nos trata mal o nos aporta cosas malas obtenemos un castigo, es decir, un incentivo para abandonar la relación. Si hacemos un balance y los castigos son mayores que los refuerzos, lo lógico sería abandonar la relación… pero no es tan simple. Las personas no hacemos un cálculo tan racional de los costes y los beneficios.
En contra de lo que lógicamente puede parecer, cuando recibimos muchos “castigos” de forma habitual y sólo algún “refuerzo” de forma ocasional se crea una fuerte dependencia de esos “refuerzos”. Tras un pequeño tiempo en esa situación aprendemos que, tras unos cuantos castigos, aparecerá siempre un refuerzo, aunque no sepamos cuando. La fuerza de esos refuerzos se ve amplificada por la cantidad de castigos que le preceden y por la larga espera y, por tanto, “compensan” el dolor y el sufrimiento experimentado antes. La espera y la búsqueda de ese refuerzo se vuelven una constante en la vida de esa persona, y el recuerdo de la sensación experimentada durante los últimos refuerzos da aliento, esperanza y deseo hasta que llega el siguiente; el refuerzo se ha vuelto tan fuerte que compensa el sufrimiento de los anteriores castigos. Lamentablemente, lo de “una de cal y otra de arena” puede funcionar para mantener a una persona enganchada a una relación.
Por otro lado, llega un momento en que el dolor causado por la sucesión de castigos no lo alivia cualquier cosa: sólo lo alivia la misma persona que lo ha causado. Este proceso es bastante parecido al de la adicción a las droga: la droga nos aporta unos beneficios a corto plazo muy rápidos, aunque a la larga nos perjudique. Además, cuando intentamos dejarla, el síndrome de abstinencia nos causa un malestar y un dolor que sólo puede aliviar la propia droga que lo ha causado.
Cuanto más se mantiene una persona en una situación como esta, más difícil es salir: si hemos invertido mucho en un objetivo o en una tarea, nos cuesta más abandonarla o decidir que ya no merece la pena seguir dedicándole más tiempo y energía. Con las relaciones ocurre lo mismo: si hemos dedicado mucho tiempo, energía, esfuerzo y sufrimiento a una pareja nos costará asumir que toda esa inversión no ha dado el fruto que esperábamos, por lo que es probable que decidamos seguir “intentándolo” para no “echar por tierra todo el esfuerzo”.
Además, a todo esto hay que sumar el miedo a estar solo/a: el temor a la soledad, la dependencia de otros para ser feliz, la incapacidad de satisfacerse a uno mismo, el miedo a no encontrar una nueva pareja, etc., contribuyen a que “aguantemos” en una situación que creemos mejor a la que nos espera si finalizamos la relación
He simplificado mucho toda esta cuestión, pero creo que es una buena aproximación para entender por qué aguantamos lo inaguantable en algunas ocasiones. Ser consciente de estos motivos es sólo el primer paso para ponernos en disposición de actuar y cambiar la situación. En consulta tratamos de forma habitual con personas en estas circunstancias y les ayudamos a tomar la decisión más adecuada para ellas y a llevarla a cabo. Si estás interesada/o, no dudes en ponerte en contacto conmigo.
Ana Lombardía.